“Reconocemos que el suicidio es malo, pero ¿Qué pasa con aquel joven cristiano que se quita su propia vida?” 

Trataré de responder a esto desde dos puntos de vistas diferentes. 

En primer lugar, el suicidio, de la parte de una persona responsable, es claramente un acto pecaminoso. Las Escrituras enseñan que la vida es un regalo sagrado de Dios (Hch. 17:25), y ninguna persona tiene el derecho arbitrario de destruirla, ni aun su misma vida. Judas, uno de los apóstoles del Señor, cometió suicidio (Mt. 27:5), y la Biblia claramente indica que él se murió y se perdió (Jn. 17:12), aunque incluso él sintió algo de “remordimiento” por la traición que había perpetrado (Mt. 27:3). 
No hay ningún caso de suicidio en la Biblia entera que se vea como un acto positivo. 

Algunos han tomado la posición que el suicido nunca es un acto racional; por lo tanto, cualquier persona que quita su propia vida, por la misma naturaleza del caso, no es responsable de tal hecho. 
Yo no creo que esta sea una proposición que se pueda sustentar. Nosotros no sabemos qué sucede en la mente de otra persona. 
Las personas que son perfectamente racionales, a veces hacen cosas impulsivas y drásticas de las cuales más adelante se arrepienten. 

El problema evidente con el suicidio es este: ¡Una vez hecho, no se puede deshacer! El hecho es que, hay tantos falsos puntos de vista concernientes a lo que sucede después de la muerte  que ha llevado a muchas personas a creer que no hay consecuencia por tal acto, y en vista de sus terribles circunstancias, esta “Elección” es la única que les provee de algo mejor; algún tipo de “consuelo.” 

Por otro lado, es cierto el hecho que una persona puede estar mentalmente enferma y luego, en tal estado, hacer cosas moralmente incorrectas, por las cuales no puede dar cuenta. 

Muchos de nosotros hemos visto a ancianos, o a aquellos que han sufrido daños cerebrales debido a derrames o accidentes, que hacen o dicen cosas que nunca hubieran hecho o dicho durante sus años de responsabilidad consciente. Así que, si una persona cae en un estado de enfermedad mental, en el cual ellos no pueden ejercer más, un control responsable sobre las cosas que hacen, y luego en tal estado cometen suicidio, seguramente a ellos no se les tomará en cuenta por tal conducta irracional.

Pero recordemos esto: Cada persona es responsable por sus acciones de sus momentos cuerdos hasta el momento de la pérdida de la cordura. Si antes de perder la cordura era una persona impía, tal persona será juzgada por lo que dijo o hizo en tales momentos de su vida. 

Es demasiado triste ver a nuestros jóvenes cometer suicidio. No podemos presumir saber lo que sucedía en sus mentes de tiernos muchachos, que los llevó a tal nivel de desesperación. 

Todo lo que podemos decir es esto: Si una persona es responsable para con Dios, ella tendrá que responder por sus acciones (2 Cor. 5:10); y si ha perdido la razón seguramente no será responsable. El gran juez de toda la tierra hará lo que es justo (Gen. 28:25). 
Mientras, los cristianos debemos resignarnos a estas dos cosas: 

1.Debemos enseñar el valor y santidad de la vida humana en un mundo en que  lastimosamente se le ha quitado valor. 

2.Debemos confiar en que Dios es Justo, y reconocer el hecho que no siempre tenemos que resolver los casos más difíciles en nuestras mentes. Él sabe qué hacer.

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