¿Es bíblica la perpetua virginidad de María?



La posición oficial de la Iglesia Católica Romana, es que María, la madre de Jesús, permaneció siendo una virgen por toda su vida. ¿Es este concepto bíblico? Antes de internarnos en la búsqueda de Escrituras específicas, es importante comprender el por qué la Iglesia Católica Romana cree en la virginidad perpetua de María. La Iglesia Católica Romana, ve a María como “la Madre de Dios” y “La Reina del Cielo”. Los católicos creen que María tiene un lugar exaltado en el Cielo, con un cercano acceso a Jesús y a Dios el Padre. Tal concepto no es enseñado en ninguna parte de la Escritura. Es más, aunque María hubiera ocupado tan exaltada posición, el haber experimentado la relación sexual no la hubiera privado de ganar tal nivel. El sexo dentro del matrimonio no es pecado. María de ninguna manera se hubiera contaminado a sí misma por tener relaciones sexuales con José su esposo. Todo el concepto de la perpetua virginidad de María, está basado en una enseñanza anti-bíblica: María como Reina del Cielo, y en un anti-bíblico malentendido del sexo.


Así que, ¿qué es lo que dice la Biblia acerca de la perpetua virginidad de María? Usando la Nueva Biblia Americana, la cual es una traducción católica de la Biblia, podemos ver que la perpetua virginidad de María no es enseñada en la Biblia.Mateo 1:25NBA nos dice, “Él no tuvo relaciones con ella hasta que ella dio a luz un hijo, y él le llamó Jesús.” Él, José no tuvo relaciones sexuales con ella, María, HASTA que ella dio a luz a un hijo, Jesús.” El significado de esta Escritura es abundantemente claro. José y María no tuvieron relaciones sexuales hasta después de que nació Jesús.Mateo 13:55.56NBA declara, “¿No es Él el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros?” Los católicos argumentan, correctamente, que los términos griegos para “hermanos” y “hermanas” en estos versos pueden referirse también a familiares masculinos y femeninos, no necesaria y literalmente a hermanos y hermanas. Sin embargo, el significado implícito está claro, ellos pensaban en Jesús como el hijo de José, el hijo de María, y hermano de Jacobo, José, Simón y Judas, y el hermano de un número y nombre no mencionado de hermanas. Padre, madre, hermano, hermana. Es necesario deformar el significado del texto para interpretar el hermanos y hermanas como “primos” o “parientes” habiéndose mencionado al padre y a la madre de Jesús.

Mateo 12:46NBA nos dice, “Mientras Él aún hablaba a la gente, Su madre y Sus hermanos estaban afuera, queriendo hablar con Él.” Ver tambiénMarcos 3:31.34;Lucas 8:19-21;Juan 2:12; yHechos 1:14. Todos mencionan a la madre de Jesús con Sus hermanos. Si ellos fueran Sus primos, o los hijos de José de un matrimonio previo, ¿por qué se les menciona con María con tanta frecuencia? La perpetua virginidad de María no puede ser obtenida de la Escritura. Debe ser forzada en la Escritura, en contradicción con lo que la Escritura claramente establece.

¿Qué dice la Biblia acerca de la virgen María?


María, la madre de Jesús era una mujer quien fue descrita por Dios como “muy favorecida” (Lucas 1:28). La frase “muy favorecida” viene de una palabra griega, que significa esencialmente “mucha gracia”. María recibió la gracia de Dios. La gracia es “un favor inmerecido”, significando que es algo que recibimos a pesar del hecho de que no lo merezcamos. María necesitaba de la gracia de Dios, al igual que el resto de nosotros. María misma comprendió esta hecho, al declarar en Lucas 1:47, “Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.” María reconoció que ella necesitaba ser salvada, que ella necesitaba a Dios como su Salvador. La Biblia nunca dice que María fuera otra cosa que una humana ordinaria, a quien Dios eligió utilizarla de una manera extraordinaria. Sí, María era una mujer justa y favorecida (con gracia) por Dios (Lucas 1:27-28). Al mismo tiempo María también fue un ser humano pecador, como todos los demás, que necesitaba a Jesucristo como su Salvador, al igual que todos los demás (Eclesiastés 7:20;Romanos 3:23;6:23;1 Juan 1:8).

María NO tuvo una “inmaculada concepción” – no hay una razón bíblica para creer que el nacimiento de María fue otra cosa que un nacimiento humanamente normal. María era una virgen cuando dio a luz a Jesús (Lucas 1:34-38), pero la idea de una virginidad perpetua de María es anti-bíblica. Mateo 1:25, hablando de José, declara, “Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre Jesús.” La palabra “hasta” indica claramente que José y María tuvieron una unión sexual después del nacimiento de Jesús. José y María tuvieron varios hijos juntos después de que Jesús nació. Jesús tuvo cuatro medios-hermanos; Jacobo, José, Simón, y Judas (Mateo 13:55). Jesús también tuvo medias-hermanas, pero no se mencionan sus nombres o el número de ellas (Mateo 13:55-56). Dios bendijo y favoreció a María dándole varios hijos, lo cual en esa cultura era una clara indicación de la bendición de Dios hacia una mujer.

Una ocasión en que Jesús estaba hablando, una mujer de entre la multitud exclamó, “Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste” (Lucas 11:27). Nunca hubo una mejor oportunidad para que Jesús declarara que María era en realidad digna de alabanza y adoración. ¿Cuál fue la respuesta de Jesús? “Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.” (Lucas 11:28). Para Jesús, la obediencia a la Palabra de Dios era MAS IMPORTANTE que el ser la mujer de quien nació. En ninguna parte de la Escritura Jesús, o alguien más, dirige alguna alabanza, gloria o adoración a María. Elisabet, la pariente de María, alabó a María en Lucas 1:42-44, pero su alabanza estaba basada en el hecho de que María daría a luz a Jesús. No estaba basada en ninguna gloria inherente en María.

María estuvo ahí en la cruz cuando Jesús murió (Juan 19:25). María estuvo con los apóstoles en el día de Pentecostés (Hechos 1:14). Sin embargo, María nunca vuelve a ser mencionada después del capítulo uno del libro de los (Hechos. 1). En ningún momento los apóstoles le concedieron a María un papel prominente. La muerte de María no está registrada en la Biblia. Nada se dice de María acerca de su ascensión al cielo, o siendo de alguna forma exaltada en el cielo. María debe ser respetada como la madre terrenal de Jesús, pero no es digna de adoración. En ninguna parte indica la Biblia que María puede escuchar nuestras oraciones, o que puede ser mediadora para nosotros ante Dios. Jesús es nuestro Único abogado y mediador en el cielo (1 Timoteo 2:5) Si se le hubiera ofrecido alabanza, adoración, u oraciones, María hubiera dicho lo mismo que los ángeles: “¡Adora a Dios!” (Apocalipsis 19:10;22:9) María misma establece el ejemplo para nosotros, dirigiendo su alabanza, adoración y glorificación solamente a Dios, “Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones, porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre” (Lucas 1:46-49).


¿Fue San Pedro el primer Papa?


La Iglesia Católica Romana ve a Pedro como el primer Papa sobre quien Dios eligió construir Su iglesia (Mateo 16:18). Se sostiene que él tuvo autoridad (primacía) sobre los otros apóstoles. La Iglesia Católica Romana mantiene que algún tiempo después de los eventos registrados en el Libro de los Hechos, el apóstol Pedro se convirtió en el primer obispo de Roma, y que el obispo romano fue aceptado por la iglesia primitiva como la autoridad central entre todas las iglesias. Enseña que Dios le pasó la autoridad apostólica de Pedro a aquellos que más tarde ocuparon su silla como obispo de Roma. Esta enseñanza de que Dios pasó la autoridad apostólica de Pedro a los subsecuentes obispos es referida como la “sucesión apostólica.”


La Iglesia Católica Romana también sostiene que Pedro y los subsecuentes Papas, fueron y son infalibles cuando declaran asuntos “ex cathedra”, desde su posición y autoridad como Papas. Enseña que ésta infalibilidad le da al Papa la habilidad de guiar a la iglesia sin error. La Iglesia Católica Romana declara que puede trazar una línea regresiva ininterrumpida de Papas hasta San Pedro, citando esto como evidencia de que es la verdadera iglesia, puesto que de acuerdo a su interpretación deMateo 16:18, Cristo construyó Su iglesia sobre Pedro.

Pero mientras que Pedro fue la figura central en la primera propagación del Evangelio (parte del significado detrás deMateo 16:18-19), la enseñanza de la Escritura, tomada en contexto, en ninguna parte declara que él estaba en autoridad sobre los otros apóstoles o sobre la iglesia (teniendo primacía) VerHechos 15:1-23;Gálatas 2:1-14;1 Pedro 5:1-5. Tampoco es enseñado que el obispo de Roma, o ningún otro obispo, debía tener la primacía sobre la iglesia. La Escritura ni siquiera registra explícitamente que Pedro aún estuviera en Roma. Antes bien, solo hay una referencia en la Escritura sobre Pedro escribiendo desde “Babilonia”, un nombre que algunas veces se aplicaba a Roma; (1 Pedro 5:13) Primordialmente sobre esto y el histórico surgimiento de la influencia del Obispo de Roma es de donde procede la enseñanza de la Iglesia Católica Romana, sobre la supremacía del Obispo de Roma. Sin embargo, la Escritura enseña que la autoridad de Pedro era compartida por los otros apóstoles (Efesios 2:19-20) y la autoridad de “atar y desatar” atribuida a él fue del mismo modo compartida por las iglesias locales, no solo por sus líderes (verMateo 18:15-19;1 Corintios 5:1-13;2 Corintios 13:10;Tito 2:15;3:10-11).

Del mismo modo, en ninguna parte la Escritura se declara que, a fin de guardar a la iglesia del error, la autoridad de los apóstoles fuera pasada a aquellos que ellos ordenaran (la sucesión apostólica). La sucesión apostólica es “atribuida” a aquellos versos que la Iglesia Católica Romana utiliza como soporte para esta doctrina (2 Timoteo 2:2;4:2-5;Tito 1:5;2:1;2:15;1 Timoteo 5:19-22). Pablo NO hace un llamado a los creyentes en varias iglesias a recibir a Tito, Timoteo y otros líderes de la iglesia en su autoridad como obispos; sino más bien basándose sobre su condición de compañeros colaboradores con él (1 Corintios 16:10;16:16;2 Corintios 8:23).

Lo que la Escritura SI enseña, es que las falsas enseñanzas surgirían aún de entre los líderes aceptados por la iglesia y que los cristianos debían comparar las enseñanzas de estos posteriores líderes eclesiásticos con la Escritura, que es lo único citado en la Biblia como infalible (Mateo 5:18;Salmos 19:7-8;119:160;Proverbios 30:5;Juan 17:17;2 Pedro 1:19-21) La Biblia no enseña que los apóstoles fueran infalibles, aparte de lo que fue escrito por ellos e incorporado a la Escritura. Pablo, hablando a los líderes de la iglesia en la gran ciudad de Efeso, les advierte sobre la llegada de falsos maestros, y para combatir contra tal error, él NO los encomienda a “los apóstoles y a aquellos que llevarían su autoridad”, sino que él los encomienda a “Dios y la palabra de Su gracia...” (Hechos 20:28-32) Es la Escritura la que debe ser la infalible norma para evaluar la enseñanza y la práctica (2 Timoteo 3:16-17), no la sucesión apostólica. Es por medio del examen de las Escrituras, que las enseñanzas demuestran ser verdaderas o falsas (Hechos 17:10-12).

¿Fue Pedro el primer Papa? La respuesta, de acuerdo a la Escritura, es un claro y enfático no. Pedro en ninguna parte reclama la supremacía sobre los otros apóstoles. En ninguna parte de sus escritos (1 y 2 de Pedro) el apóstol Pedro reclamó ningún rol especial, autoridad, o poder sobre la iglesia. En ninguna parte de la Escritura Pedro, o algún otro apóstol, declara que su autoridad apostólica sería pasada a sucesores. Si, el apóstol Pedro tuvo un papel de liderazgo entre los discípulos. Si, Pedro jugó un papel crucial en la primera proclamación del Evangelio (Hechos capítulos 1–10) Si, Pedro fue la “roca” que Cristo predijo que él sería (Mateo 16:18). Sin embargo, estas verdades acerca de Pedro, de ninguna manera le dan soporte al concepto de que Pedro fue el primer Papa, o de que él fue el “líder supremo” sobre los apóstoles, o de que su autoridad sería pasada a los obispos de Roma. Pedro mismo nos señala a todos hacia el verdadero Pastor y Supervisor de la iglesia, el Señor Jesucristo (1 Pedro 2:25).

¿Contender o no contender?

Durante los años que tengo de ser cristiano y de servir a Dios he tenido la oportunidad de estudiar Su palabra y también he compartido ideas, pensamientos y dudas con otros, que igual que yo disfrutan el estudio de la Palabra de Dios a profundidad. Por otro lado ha sido difícil evitar conversar con personas que difieren de las cosas que yo creo y de las cosas que he aprendido.

Esto es, por supuesto, algo que quizá yo no buscaba, y es algo que los demás cristianos no buscan cuando estas conversaciones tocantes a la religión suceden. Con el tiempo empecé a conocer más de la Biblia, de su contenido y hablar de ello resultaba fácil y emocionante.
 
Temas bíblicos tales como los dones espirituales, los instrumentos musicales en la adoración, el guardar del sábado y otros eran llamativos y siempre estaba prestando atención a cualquier oportunidad que se presentase para estudiar estos temas a la luz de la Biblia con otros que creían diferente a mí. 

Un día hablaba con cierta señora y cuando la verdad explícita de la Biblia sobre un tema que tocábamos empezó a ir en contra de sus creencias personales, ella sacó una frase que por ahora es la razón de este artículo: “La Biblia no es para contender”, “Dios no quiere que peleemos sobre estos temas sino que nos amemos”, y además agregó “cada vez que usted contiende sobre la palabra de Dios está en pecado.” Como podrán imaginar, eso me dejo muy pensativo. ¿Era cierto lo que la señora decía? O ¿Debía yo defender mis creencias?

En su razonar utilizan textos como 1 Timoteo 6:5 que dice: “disputas necias de hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia; apártate de ellos” o 2 Timoteo 2:23 que menciona lo siguiente: “Pero desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas.” Todo esto con la intensión de probar que las contiendas o peleas con temas tocante a la Biblia no son recomendadas a los cristianos.
 
Bien lo diría mi antiguo maestro Esteban Rodríguez “Sacar un texto fuera de su contexto nos traerá un pretexto.” 
En cuanto a las palabras de Pablo a Timoteo en ambos casos él está hablando de discusiones que desde un principio sabemos no llegarán a una buena conclusión. Pablo menciona a hombres que eran corruptos y privados de la verdad, hombres que, a pesar que con explícita verdad se les demuestre su error, no cambiarán. Esto es vano y lo mejor es apartarse de ellos. 

Hay también temas que son necios en sí mismos. Por ejemplo ¿era Jesús blanco, moreno o achinado? ¿Poseía Jesús cuerpo cuando vino a la tierra o era solo una fantasmal visión? Este tipo de pensamientos pasaban a través de la mente de los hombres de cuestiones necias e insensatas. Por ello hablar de esto no daría resultados positivos sino más bien contiendas.

Al inicio de su redacción a Timoteo Pablo menciona lo siguiente: Como te rogué que te quedases en Éfeso, cuando fui a Macedonia, para que mandases a algunos que no enseñen diferente doctrina, ni presten atención a fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe, así te encargo ahora. (1 Timoteo 1:3,4). 

En este texto se observa claramente que las razones principales por las que Pablo dejó  a Timoteo en Éfeso fueron: 
1.    Para que mandases a algunos a que no enseñen diferente doctrina.
2.    Para que no prestasen atención a fábulas y genealogías interminables.

La verdad es que, si bien es cierto, discutir con personas cerradas de la mente, prejuiciadas e ignorantes, es perder el tiempo y vano, éste no es el caso con todas ellas. Además tenemos como mandamiento de defender la Esperanza de fe que hay en nosotros (1 Pedro 3:15), y más aun contender por la fe una vez dada a los Santos. (Judas 3) y para concluir con palabras de Pablo a Timoteo vemos en 1 Timoteo 6:12,13 donde el apóstol aconseja al joven a pelear la buena batalla de la fehabiendo hecho la buena profesión…imitando a Jesús mismo quien…dio testimonio de la buena profesión delante de Poncio Pilato.



Brilló por su ausencia!!!


Por Carlos Rey.


Era la noche del 19 de noviembre de 1850. En la distinguida capital de España se inauguraba el impresionante Teatro Real. Todos los ciudadanos de Madrid hubieran deseado estar presente, pero ese privilegio estaba reservado únicamente para las personas más afortunadas de la sociedad española. Era de esperarse que no faltara ninguno de los invitados. Por lo tanto, hubiera sido mucho esperar que no se notara la ausencia de una duquesa, cuyo palco fue el único que apareció vacío.
 ¡Con decir que se juzgó que su ausencia en tan brillante velada fue más notoria y objeto de más comentarios que lo hubiera sido su presencia! De ahí que haya sido incorporada al idioma español la frase paradójica «brillar por su ausencia».


Lo cierto es que no fue aquella inauguración la que dio origen a la frase, sino que se remonta a los siglos primero y segundo, durante los cuales vivió el historiador latino Tácito. Éste, en el libro III de sus Anales, relata el funeral de Junia, que era la viuda de Casio y la hermana de Bruto. Conste que éstos eran dos de los asesinos de Julio César. En aquellos tiempos los romanos acostumbraban en los funerales colocar ante la urna los retratos de los parientes del difunto. ¡Con razón comenta Tácito que las efigies de los conspiradores Casio y Bruto eran las que más «brillaban por su ausencia»!1


En esas dos ocasiones, así como en la mayoría de los casos en que sucede en la actualidad, el «brillar por la ausencia» no es nada del otro mundo, es decir, no tiene repercusiones trascendentales. Pero nos conviene notar que nos espera una ocasión futura en la que sería no sólo trascendental sino trágico que no hiciéramos acto de presencia. Esa ocasión es el día en que Jesucristo recompense a cada uno según lo bueno que haya hecho.2 


De no estar presentes ese día, «brillaríamos por nuestra ausencia» debido a que quedaría vacía la hermosa vivienda que el Hijo de Dios ha ido a prepararnos en el hogar de nuestro Padre celestial.3


Si bien es cierto que nosotros no hemos hecho ni podemos hacer nada para merecerlo,4 es innegable que Cristo hizo una vez y para siempre todo lo necesario para asegurar que tengamos una dirección permamente en el más allá.5 De modo que sería de veras trágico que no lo reconociéramos a Él como el único camino de entrada6 a la Nueva Jerusalén, que es la ciudad donde ha diseñado nuestro futuro hogar.7


¿Por qué no reconocemos a Cristo como el Arquitecto de nuestro porvenir? Hoy mismo podemos comenzar a vivir de tal manera que, a diferencia de aquella duquesa española, no vaya a considerarse que nuestra ausencia de tan brillante lugar reservado específicamente para nosotros fue más notoria que si nos hubiéramos presentado para el acto de posesión.

1Gregorio Doval, Del hecho al dicho (Madrid: Ediciones del Prado, 1995), p. 79.
22Co 5:6‑10
3Jn 14:1‑3; Heb 10:35‑36
4Ef 6:8‑9
5Heb 9:11—10:18
6Jn 14:6
7Ap 21:1‑27

¿Dones milagrosos hoy?

Cuando alguien dice que habla de Parte de Dios y que hace Milagros para probar que sus afirmaciones son ciertas, los cristianos tenemos todo el derecho y responsabilidad de probar a aquellos que lo afirman  (1 Juan 4:1; Ap. 2:2). Muchas personas están surgiendo hoy afirmando tener dones milagrosos, diciendo que los dones milagrosos de la Biblia son para nosotros hoy. Algunos citan pasajes como Marcos 16:17-20; Juan 14:12,13; y Hebreos 13:8. Ellos piensan que no hay diferencia entre el primer siglo y nuestro presente. Nuestro propósito es preguntar por qué dio Dios dones milagrosos, cómo los obtenían las personas, si cesarían de existir y qué diferencias hay entre los sanadores de tiempos modernos y las sanaciones de las cuales leemos en el Nuevo Testamento.

 Primero, el Señor dio los dones milagrosos a los hombres para confirmar la predicación del evangelio por los apóstoles y profetas (Marcos 13:20; Hebreos 2:3,4). Estas señales milagrosas eran prueba o garantías de que hablaban la palabra de Dios con la aprobación de Dios. Dios dio a Moisés una vara milagrosa con este mismo propósito (Ex.4:1-5), “por esto creerán que se te ha aparecido Jehová, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.” Sin embargo, el escritor del libro de los Hebreos nos dice que la predicación de Cristo y los apóstoles fue “confirmada” con señales y prodigios (Heb.2:3,4). La confirmación de la que se habla aquí es como la de un sello gubernamental sobre un documento legal; una vez hecha la confirmación, no es necesaria más prueba. Entonces, siendo que la predicación del evangelio fue “confirmada” en el primer siglo, ésta no necesita más confirmación. No hay más necesidad de milagros. Necesitamos decir también que Jesús prometió que toda la verdad sería revelada a los apóstoles (Jn. 13:12,13; Hch. 20:27; 2 Tim. 3:16,17; 2 P. 1:3, Judas 3). La revelación está completa de una vez y por todas. Si este es el caso, entonces no hay necesidad de señales milagrosas hoy día.

En segundo lugar, los dones espirituales, milagrosos fueron dados a los apóstoles directamente por Cristo mismo (Mt. 3:11; Hch. 1:1-8). En Hechos 2 el Espíritu Santo fue en realidad derramado sobre los apóstoles. Pablo mismo recibió su apostolado y poder de Jesucristo (2 Cor.11:5; Gal. 2:11-17); Pablo demostró las “señales” de apóstol (2 Cor. 12:12). Las únicas personas “bautizadas con el Espíritu Santo”, aparte de los apóstoles, fueron Cornelio y su casa (Hch. 10 – 11:1-18). Sin embargo esto sucedió antes que Pedro les empezara a predicar, antes que fueran creyentes de Cristo (Hch.11:4,15). Este bautismo con el Espíritu Santo sucedió para convencer a los judíos y a Pedro que a los Gentiles se les concedía también el arrepentirse (Hch.11:15-18). Nadie más es mencionado en la Biblia que tuviese el poder de obrar milagros a no ser por la imposición de las manos de los Apóstoles (Hch. 2:43; 3:6; 5:12-15; 6:5-8; 8:5,6). Una lectura detallada de Hechos 8 nos enseñará que a pesar que Felipe había recibido poder de los apóstoles, él no podía pasarlo a los Samaritanos. Solo los apóstoles podían dar estos poderes a otros. (Nota: vea también Hechos 19:6 y 2 Timoteo 1:6). Si solo los apóstoles podían dar estos dones milagrosos, entonces después que los apóstoles murieron y después que aquellos sobre los cuales los apóstoles impusieron sus manos murieron, los dones milagrosos dejaron de existir. Esto sería el final del propósito de las señales; La confirmación de la palabra. Juan, el último de los  apóstoles en morir, dejó la última revelación de la palabra de Dios, por lo tanto no más necesidad de milagros.

En tercer lugar, Pablo asevera claramente que los dones milagrosos cesarían en 1 Corintios 13:8-13. Pablo utilizó tres capítulos en I Corintios para discutir sobre los dones milagrosos. A la mitad de esta discusión él declara que el amor es más importante que cualquier otro don (13:1-3), luego él describe el amor (13:4-7). En la parte final del capítulo (13:8-13), él demuestra que el amor es más grande porque durará más que los dones espirituales. Pablo dijo, “Pero la profecía acabará, y cesarán las lenguas, y la ciencia (dada milagrosamente) acabará.” Estos dones hicieron que Pablo dijera que “Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará” (9,10). Este texto dice que los dones cesarían cuando “venga lo perfecto.”

Pero ¿Qué es “lo perfecto”? “Perfecto” en el NT significa completo. Esta palabra es un contraste con las frases “en parte conocemos, y en parte profetizamos.” La frase “en parte” se refiere a la ciencia (conocimiento según versiones modernas) y a la profecía, dadas de forma milagrosa, que revelaban la Palabra de Dios de forma oral. Es, entonces, lo más natural llegar a la conclusión que lo completo o lo “Perfecto” es la completa revelación de Dios dada a los hombres en la forma escrita del Nuevo Testamento. Esta revelación de la voluntad de Dios, “la fe dada una vez a los santos” (Judas 3), vino a estar en posesión general aproximadamente al final del primer siglo. Cuando lo perfecto (completo; todo el NT) vino, lo que era en parte (dones espirituales) acabó. Entonces, ya que los registros del NT, la voluntad de Dios, están completos (2 Tim. 3:16,17; 2 Pe. 1:3), no hay más necesidad de dones milagrosos en el siglo veintiuno para darnos más revelación. 

En cuarto lugar y la última razón por la cual negamos los dones milagrosos hoy viene por la experiencia con los que dicen tener estos dones. Así como había diferencia entre Simón el mago y Felipe en Hechos 8:5-13, también hoy hay diferencia entre los llamados sanadores y los milagros que Jesús y Sus apóstoles hicieron. Notemos algunas cosas de los milagros bíblicos:

(1) Jesús sanó a todos los que venían a Él sin fallar (Mat. 4:23, 24; 8:16; 9:35; 12:15; 14:34-36; 15:29-31; Hch.5:16).

(2) Jesús sano a todos completamente; ninguno regresó a él días después con algunos pocos sufrimientos. Los minusválidos, personas que habían perdido brazos, piernas u ojos recuperaban sus miembros a través de la sanación. Todo esto para que la multitud pudiera ver los cambios físicos inmediatos (Mat. 15:29-31; Marcos 7:31-37; Jn. 7:23; Hch. 3:7-11). Hoy tenemos muchas personas mutiladas de alguna pierna o brazo, están minusválidas (ver Mat. 15:29-31; 18:8,9.) y ¿quién les está regresando sus piernas o brazos? ¡Yo sé que nadie lo hace!

 (3) Los enemigos de Jesús admitían que Él podía hacer Milagros (Juan 11:46-48; Hch.4:16), pero hoy los sanadores son considerados por sus opositores como fraudes.

(4) Jesús y sus apóstoles no usaron sus poderes milagrosos para hacerse ricos como Simón el mago hizo y como algunos hacen hoy (Mat. 10:8-10; Hch. 3:16). Los apóstoles obtenían lo que necesitaban de su trabajo, y aun así no vivían espléndidamente. (Vea I Corintios 9). 

 (5) Jesús no requería que una persona estuviera presente en el servicio de sanación para ser sanada. Él podía sanar desde lejos (Mat. 8:5-13). 

 (6) Jesús no requería fe de cada uno antes de que Él los sanara; algunos no creían y otros no podían creer, porque estaban muertos (Lc. 7:11,12; 8:54,55). Jesús obraba milagros para causar que la gente creyera en él, no porque ya creían (Juan 11:42; 20:30,31; Hch. 13:11,12). Jesús nunca dijo que no podía obrar milagros porque había incrédulos presentes. Jesús nunca dio excusas, pues Él sanaba a todos. Algunos hoy dicen poder sanar pero fallan y luego buscan excusas por sus fallas. La verdad es que en realidad nunca tuvieron el poder para sanar.

 (7) Jesús no requería  de conmovedoras emociones o una atmosfera especial para sanar a alguien, pero los modernos fingidos sanadores, siempre las requieren para hacerlo.

 (8) Los apóstoles no se exaltaban a sí mismos, ni utilizaban su poder para formar una nueva denominación. Más bien, ellos se aseguraban de apuntar a Cristo y a la única verdadera iglesia por la cual Él murió. Ellos estaban en contra de la división a diferencia de los modernos sanadores.

La misión del Espíritu Santo fue de guiar a los apóstoles a toda verdad (Juan 16:12,13). El Espíritu Santo no miente; tampoco puede decirle una cosa a una persona y otra cosa diferente a otra. El Espíritu Santo no causa confusión (1 Cor. 14:33). Él habla de un solo evangelio (Gal. 1:6-9) y nos ha dado una sola fe (Ef. 4:5), pero los que dicen ser inspirados y supuestamente hacen milagros están en desacuerdo entre sí mismos sobre lo que Dios les ha revelado. A menudo contradicen lo que está claro concerniente a la enseñanza del bautismo, del plan de salvación, de Jesucristo y de la naturaleza de la Iglesia. Ellos, también, rompen los mandamientos de Dios al tener a mujeres predicando (1 Cor. 14:34-37; 1 Tim. 2:8-11). 

¿Acaso guía el Espíritu Santo a los hombres a desobedecer las claras enseñanzas de la palabra de Dios? Estas no son las obras del Espíritu Santo sino del Diablo (Mat. 7:15-23; 2 Cor. 11:13-15; 2 Tes. 2:8-12). A veces los falsos maestros tienen poderes también. Dios les da este poder para probarnos y ver si seguimos Su Palabra (Dt. 13:1-5). Si un hombre enseña un evangelio que es diferente del verdadero evangelio, el tal es anatema (puesto en maldición) (Gal. 1:6-9). Si un hombre no tiene la doctrina de Cristo, el tal no tiene a Dios y no debe ser seguido ni ayudado (2 Juan 9-11). Cristianos, ¡Tengamos cuidado! 

Estudiemos la Palabra de Dios y examinemos todo (1 Tes. 5:21,22; 2 Tim. 2:15). Siempre sigamos las enseñanzas de Jesús en el Nuevo Testamento (Juan 12:48), porque en realidad él tiene todo el consejo de Dios, todo lo que pertenece a la vida y a la piedad, y es capaz de nutrir al hombre a toda buena obra (Hch. 20:27; 2 Tim. 3:16, 17; 2 Pe. 1:3). 

Entonces, ya que tenemos toda la Palabra de Dios, no necesitamos de los dones milagrosos hoy día. 

¿Abolió Jesús la Ley de Moisés?

¿Quiso decir Jesús, en el sermón del monte, que la ley de Moisés (incluido el día de reposo) duraría hasta el fin del mundo?

Alguien hizo la siguiente aseveración concerniente a un artículo nuestro llamado “¿deben los cristianos guardar el sábado?”: “Ustedes enseñan que los cristianos no están bajo la obligación de guardar el sábado en nuestra era. Si este es el caso, ¿cómo explican Mateo 5:17-18? ¿Acaso no dijo Jesús que la ley no sería destruida; sino que duraría hasta que viniera el fin del cielo y la tierra?”

En el registro de Mateo, de lo que comúnmente llamamos “El sermón del monte,” estas son las palabras registradas:
“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido” (Mt. 5:17-18). 

Frecuentemente se argumenta que si Jesús no “destruyó” la ley, entonces todavía debemos cumplirla. De igual forma, componentes como el “día de reposo” siguen estando en operación hoy en día, junto con, quizá, numerosos elementos del régimen Mosaico. Toda esta suposición está basada sobre un mal entendido de las palabras e intenciones de este pasaje bíblico.

Podemos estar seguros y afirmar que Cristo no estaba sugiriendo que la naturaleza obligatoria de la Ley de Moisés permanecería perpetuamente. Tal punto de vista se contradice con todo lo que aprendemos del registro balanceado del Nuevo Testamento. Consideremos los siguientes puntos:

1. La palabra “abrogar” es de especial significado en este estudio. Proviene del término griego kataluo, que literalmente significa “soltar” o “dejar caer.” Esta palabra es usada diez y siete veces en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, es utilizada para hablar de la destrucción de los romanos al templo judío (Mt. 26; 61; 27:40; Hch. 6:14), también es usado para describir como el cuerpo humano será deshecho en la muerte (2 Cor. 5:1). 
El término puede tener el significado ampliado de “vencer”, en otras palabras, “hacer vano, privar de éxito.” En el griego clásico era utilizado en conexión a leyes institucionales, etc., para transmitir la idea de “privar de fuerza” o “invalidar.”

2. Es de especial importancia notar como es utilizada esta palabra en Mateo 5:17. En este contexto “Abrogar” es usada como opuesta a “cumplir.” Cristo vino “…no he venido para abrogar, sino (del griego [ala] partícula adversativa) para cumplir.”

El significado es este: Jesús no vino a este mundo con el propósito de actuar como un adversario de la ley. Su meta no era frustrar el cumplimiento de la meta. Más bien Él la reverenció, la amó, la obedeció, e hizo posible su realización. 
Él cumplió las expresiones proféticas de la ley concerniente a sí mismo (Lc. 24:44). Cristo cumplió las demandas de la ley Mosaica, que pedía obediencia perfecta o sino imponía una “maldición” (ver Gal. 3:10,13). En este sentido, el diseño divino de la ley siempre tendrá un efecto permanente. Siempre cumplirá el propósito por el cual fue dada (Gal. 3:16,19; 23-25).

3. Por otro lado, si la ley de Moisés sigue teniendo la misma relación para los humanos hoy, en términos de status de permanencia, como lo fue antes que Cristo viniera, entonces no fue cumplida, y Jesús falló en lo que venía a “hacer.” Ahora, si el Señor cumplió con lo que venía a cumplir, entonces la ley tuvo ya su cumplimiento, y ya no es un régimen permanente hoy.

4. Si la ley de Moisés no fue cumplida por Cristo, y por lo tanto permanece como un sistema legal obligatorio para nuestro tiempo, entonces ésta se debe cumplir irresistiblemente en su totalidad y no solo como un régimen parcial.

Jesús, claramente dijo: ni una “jota ni una tilde” (éstas representan las marcas más pequeñas de la escritura hebrea) pasará de la ley hasta que toda se haya cumplido. Consecuentemente, entonces nada de la ley había de fallar “hasta” haber cumplido completamente su propósito. 

Unas de las suposiciones que nos escribieron fue esta: “Pero, ¿no enseña el texto que la ley duraría hasta que ‘el cielo y la tierra’ pasaran?” La respuesta es: No. Lo que sí enseña es que sería “más fácil” que el universo pasara antes que la ley de Dios dada en el A.T. cumpliera con su misión (Comp. Lc. 16:17).

Y si de todas formas, alguien contiende, en base a Mateo 5:17-18, diciendo que la Ley de Moisés es obligatoria como un régimen legal requerido para nosotros hoy – debe cumplir con toda la ley, incluyendo los sacrificios animales, viajes anuales a Jerusalén, rituales de purificación, etc. 
Como Pablo enseñó a los cristianos; Si un hombre recibe una porción de la ley [para justificarse], el tal es hecho deudor a toda la ley para cumplirla (Gal. 5:3). Toda esta es una secuencia de la lógica mal guiada de este importante texto hecha por los “sabatistas.” 

5. Además de los puntos presentados anteriormente, Pablo enseña claramente, en su carta a los Efesios, que la “ley de los mandamientos expresados en ordenanzas” fue “abolida” por la muerte de Jesús en la cruz (Ef. 2:14,15). 
El término griego para “abolida” es katargeo, literalmente sugiere la idea de reducir algo a un estado de inactividad.
Pablo utiliza este término dos veces en Romanos 7:2,6 – demostrando que así como una esposa queda “libre” de la ley de su marido cuando él muere, así también, a través de la muerte de Cristo, los hombres somos “libres” de las obligaciones de la ley Mosaica. Y que también la ley de la cual se está hablando es la ley de Moisés, e incluye también los diez mandamientos, se prueba fácilmente por la mención que hace pablo a uno de los diez mandamientos; codiciar Romanos 7:7(Compare Ex. 20:17).

La armonía entre Mateo 5:17-18, y Efesios 2:15, es esta: El propósito de la ley de Moisés nunca fue el de ser “nula;” Dios nunca diseñó la ley para que fuera inútil. Su diseño original sería perpetuo. Pero, por otra parte, como un código legal, sería abolido, siendo cancelada por la muerte sacrificial de nuestro Salvador.

Así que, considerando todos los hechos, éstos nos llevan a una sola conclusión: que Mateo 5:17 no puede enseñar, ni apoya la idea que la observancia del día de reposo es una obligación divina requerida en nuestra era.

¿Y qué del Homosexualismo?



¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!                                                                       ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos! Isaías 5:20:21.

El estado legislativo en Massachusetts estuvo encerrado en una batalla sobre una enmienda constitucional para prohibir el matrimonio homosexual pero reconocer la unión civil entre el mismo sexo. Esto sucedió después que la Corte Suprema de Justicia de Massachusetts declarara que el matrimonio gay era un derecho constitucional. El alcalde de San Francisco desafió la ley estatal de California al llevar a cabo miles de bodas con personas del mismo sexo. Un alcalde en el estado de Nueva York siguió la misma corriente hasta que fue amenazado de un cargo de felonía. El clero Unitario en el estado de Nueva York sigue desafiando la ley del estado al continuar practicando el matrimonio gay. Quebec acaba de unirse a otras dos provincias Canadienses al declarar el matrimonio homosexual como algo legal. El presidente Bush propuso una enmienda constitucional para prohibir el matrimonio del mismo sexo pero aceptar  las uniones homosexuales civiles. 

En este artículo no voy a dirigirme a temas políticos. Más bien, estaremos observando el homosexualismo como problema moral. ¿Justifica la palabra de Dios el estilo de vida homosexual?

La homosexualidad es mencionada por primera vez en la Biblia en Génesis 19. Cuando dos ángeles del Señor vinieron en forma de hombres a la casa de Lot, quien vivía en Sodoma, entonces los hombres de Sodoma, tanto viejos como jóvenes, y la gente de todo el lugar rodearon la casa de Lot. Y llamaban a Lot y le decían “¿Dónde están los hombres que vinieron a ti? Tráelos para que los conozcamos carnalmente.” (Gen. 19:4-5)

La palabra “carnalmente” es agregada por los traductores por no tener una palabra para poder traducir del hebreo tras ella. Literalmente dice que querían “conocer” a los dos varones. 
¿Será que solo querían estrechar las manos de los nuevos visitantes? Si fuese así, ¿por qué Lot les implora “no hagáis esta vileza”? (verso 7) ¿Habría sido vil conocerlos y saludarlos? Y luego Lot les dice: Tomad a mis hijas que son vírgenes y no han conocido hombre (Verso 8). ¿No habían acaso conocido a otros hombres? Por supuesto que sí. 

Obviamente, “conocer” en este texto es utilizado como un eufemismo, como en muchos otros textos en la Biblia, que significa encuentro sexual. Por ejemplo, “Después de esto conoció Adán a Eva su mujer y ella concibió y dio a luz a Caín…” (Génesis 4:1). 
Los hombres de Sodoma querían tener relaciones homosexuales con los visitantes de Lot. Dios destruyó a Sodoma y Gomorra por este pecado y a causa de este incidente obtenemos la palabra “sodomía.” El Nuevo Testamento nos da una lección contundente:
Como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas,  las cuales de la misma manera que aquéllos,  habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza,  fueron puestas por ejemplo,  sufriendo el castigo del fuego eterno. (Judas 7)

La ley de Moisés decretaba, “No te acostarás con varón como con mujer;  es abominación.” (Levítico 18:22). El término “abominación” significa “una cosa repugnante.” La penalidad para este pecado/crimen era la muerte (Levítico 20:13).

En Romanos 1:18-31 el apóstol Pablo describía el abandono de los gentiles del conocimiento de Dios y de su subsecuente decaimiento. Quizá Pablo también describiría de igual forma la moderna sociedad occidental y caracteriza la profunda depravación a la cual los hombres llegan cuando rechazan a Dios.
Por eso Dios los entregó a pasiones vergonzosas,  pues aun sus mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza. Del mismo modo también los hombres,  dejando la relación natural con la mujer,  se encendieron en su lascivia unos con otros,  cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres,  y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. (Romanos 1:26-27)

No importa si es mujer con mujer (lesbianas) u hombre con hombre (gays), los deseos homosexuales son “pasiones vergonzosas,” que son “contra la naturaleza,” y los actos homosexuales son “vergonzosos.” Las enfermedades resultantes son “la retribución debida a su extravío.” 

Hace diez años el hermano Jeff Asher tuvo un debate en Denver en el cual un Obispo homosexual de la Iglesia Comunidad Metropolitana defendía el estilo de vida homosexual. El obispo en ese debate mostró al público un libro de memorias que contenía nombres de varios cientos de miembros de su congregación que habían muerto de SIDA.

En 1 Corintios 6:9-10, el apóstol Pablo adviertes:

¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios?  No os engañéis:  ni los fornicarios,  ni los idólatras,  ni los adúlteros,  ni los afeminados,  ni los homosexuales, ni los ladrones,  ni los avaros,  ni los borrachos,  ni los maldicientes,  ni los estafadores,  heredarán el reino de Dios.

La palabra "afeminado" (Versión Reina Valera 1960) se dice de "un joven que se guarda para tener relaciones homosexuales con otro hombre… varón que se somete a obscenidad innatural”. (Thayer) 

"los que se echan con varones" (Versión Reina Valera 1960) se refiere a "uno que se acuesta con mujeres y con hombres (bisexual)." Por lo tanto, "los afeminados" son los que toman el papel de la mujer en una relación homosexual entre hombres, mientras que “los que se echan con varones” son aquellos que toman el papel de hombre. Ninguno de ellos heredará el reino de Dios.

En 1 Timoteo 1:9-10 Pablo da una lista de pecados que “se oponen a la sana doctrina...." Junto con los "parricidas y matricidas,... homicidas,... fornicarios,... secuestradores,... mentirosos," y "perjuros," Pablo lista a los "sodomitas."

Dios ha condenado el homosexualismo en toda época


Entonces, ¿Que de los matrimonies del mismo sexo? El rechazo divino de la unión de dos del mismo sexo contesta enfáticamente a esta pregunta. Y aun más, en Mateo 19:5-6 el Señor Jesucristo describe el matrimonio como Dios lo ordenó. Como una unión de por vida entre un hombre y una mujer. La única excepción es que uno se puede divorciar si nuestro conyugue fue infiel a nosotros sexualmente y luego casarnos de Nuevo. (Mateo 19:9). 

Para los discípulos de Cristo esto aclara de una vez cual es el matrimonio aceptable ante Dios.

A menudo cuando esta pecaminosa homosexualidad es tocada a la luz de la Biblia la famosa frase sale a la luz, “Dios me hizo así. No puedo cambiar.” 

Esto no es solo una mentira sino que también es una excusa  que quita la esperanza del Cielo a aquellos que la aceptan. Después de haber declarado las injusticias, incluida la homosexualidad Pablo les dice a los Corintios : “Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios. 
Dice "erais," tiempo pasado, afeminados y se echaban con varones. Pero ellos ya habían sido "lavados, santificados" y "justificados." Para llegar a este estado ellos debieron haberse arrepentido "Arrepentíos... y convertíos." (Hechos 3:19)


Yo no soy "homofóbico." Yo no odio a los homosexuales; Los amo. Tengo para ellos un mensaje de amor y esperanza. Dios no te hizo homosexual. Él te ama y quiere que seas salvo (Juan 3:16; 1 Timoteo 2:3-4). Tú puedes cambiar. Te puedes arrepentir. Tú puedes ser lavado, santificado, y justificado. El Señor Jesús no vino a llamar a los justos sino a los pecadores para que se arrepientan (Lucas 5:32) Todos nosotros fuimos en alguna ocasión pecadores condenados. Pero los que somos cristianos nos arrepentimos, vinimos a Cristo y fuimos hechos justos por Su sangre y por Su divina gracia. ¿Por qué no haces lo mismo?



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Obras citadas
Thayer, J.H., Léxico Griego-Inglés del Nuevo Testamento.
(Para un estudio más profundo sobre el tema les recomiendo una obra en Inglés llamada Out of the Closet, Por el hermano Jeff Asher, publicado por Faith and Facts Press.)

«UN EDÉN PARA EL DESDÉN»

«Ella nunca pudo recordar la discusión ni su propio alegato. La voz de él, de eso sí estaba segura, la invadió con [insultos, llamándola] depresiva, repulsiva, compulsiva, negativa,... egoísta, individualista, materialista, majadera [y] aventurera.... [Y] recordaba... el portazo con que se fue para siempre....


»Empezó a recuperarse lentamente porque [junto con] los ejercicios de autoconfianza, afirmación y “yo puedo salir adelante sola”, se [manifestaban] muy fuertes los otros de rencor, de revancha, de desdén y de «a mí no me puede hacer esto». La fueron aliviando las pastillas de... la dulzura con que contaba las atrocidades del monstruo, a quien, después de darle todo, se largó con una cualquiera. Pronto se dio cuenta de que su historia era idéntica a la de miles de mujeres [con] caras ajadas y tristes....


»Un día contó que él había vuelto humilde y arrepentido, seguro de que ella era la única. Inventó salidas y encuentros,... acercamientos y cortejos. Compró ropa nueva, apareció con regalos, cambió de peinado, acentuó el maquillaje [y] adquirió un lenguaje pintoresco.... Dejó definitivamente de quejarse de los hombres. Tenía tanta suerte: el suyo era ideal.


»Después de que lo instaló de nuevo en la casa, pasó por una larga etapa de aprendizaje para ser habilidosa y amable,... para ser  feliz... y desalojar todo lo amargo.


»... Sólo hubo cabida para lo perfecto: la sonrisa sincera, el regocijo de la compañía, la conversación afirmativa, la mirada directa y profunda.


»... Lejos [quedaron] el pleito, la llamada de atención, el gesto brusco, el reproche.... Logró establecer una comunicación perfecta, ese adivinar [de] los gestos de que hablan las recetas del amor.... Los gastos se redujeron, las comidas se simplificaron,... la limpieza se facilitó y desaparecieron las largas jornadas de sospechas [e] indagaciones.... Él simplemente estaba ahí y no se iría jamás....


»Todo iba perfecto porque... estaban juntos con su mejor y más brillante sonrisa de espejo, aunque a ella le preocupaba la insignificancia de ese hombre feo, sin la menor gracia, carente de ingenio,... poco emocional, salvo cuando se enfurecía y la insultaba.... Ahora ella no le permitía enojo, ni furia ni resentimiento alguno porque [ella] dirigía la escena, era capaz de embellecerlo y amarlo, de cortejarlo,... manipuladora de lo ya ajeno, encerrada dentro de sus hábitos y manías de crear un edén para el desdén.»1


Así resuelve su difícil situación la mujer anónima del cuento «El edén del desdén», publicado por la escritora costarricense Carmen Naranjo en su obra de cuentos titulada Otro rumbo para la rumba. Lamentablemente es propio del caso el que aquella protagonista de la historia se diera cuenta de que «su historia era idéntica a la de miles de mujeres». Pero ¿acaso hay alguna solución aparte de «crear un edén para el desdén»? Sí, la hay. La clave es que cada hombre que vive con una de esas mujeres descubra que el plan divino es que él se case y llegue a ser un solo cuerpo con su esposa, y que ella lo respete, consciente de que él la ama al extremo de estar dispuesto a dar la vida por ella.2 Así, juntos crearán un paraíso en su hogar, en el que florezcan el cariño y el aprecio mutuo.


1Carmen Naranjo, «El edén del desdén», Otro rumbo para la rumba (San José, Costa Rica: EDUCA, 1989), pp. 167-71.
2Ef 5:25-33

¿Exterminados o condenación eterna?

Esta pregunta trata del destino final de los inicuos; ¿será una aniquilación o sufrimiento real y consiente? 

Nos hicieron esta pregunta: “¿Por qué creen ustedes, los de la Iglesia de Cristo, que los que mueren sin Dios serán castigados de una forma real y serán consientes de tal castigo si la Biblia dice que serán destruidos (Mat. 10:28)?” 

Esta pregunta es claramente hecha por un “condicionalista.”
Un condicionalista es alguien que cree que en algún punto después de la muerte, los que murieron sin conocer a Dios serán aniquilados, en otras palabras, dejarán de existir. Esta es una enseñanza o dogma de los adventistas del séptimo día, los “testigos de Jehová” y otros religiosos errados. 

En uno de sus discursos Jesús declaró:
y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mat. 10:28 RV60). 

La palabra griega para “destruir” es apolesai, que se deriva de la forma verbal apollumi. Este verbo ocurre  90 veces, y como sustantivo 18 veces. Yo no conozco ninguna traducción de buena reputación en Español que traduzca este término  en ninguna parte como “dejar de existir.” 
De hecho es traducida a palabra españolas comunes como: “perecer,” “destruir,” “perder,” o “perdido.” 

El término es empleado en artefactos físicos que pierden su uso. Un odre que se rompe y que ya no sirve, se dice que se “pierde” (Lc. 5:37). Una oveja que se pierde de la seguridad del rebaño se describe como “perdida” (Lc. 15: 4,6), en otras palabras, está separada del pastor. 

El caprichoso hijo prodigo estaba “perdido” para su padre (Lc. 15:24), aunque ciertamente no había sido aniquilado. 

De la comida temporal se dice que “perece” (Jn. 6:27). Cuando los discípulos estaban amedrentados por ahogarse en una tormenta en el mar de Galilea, despertaron al durmiente Señor, y exclamaron: “…perecemos,” empleando la forma en presente simple de apollumi (Mat. 8:25). Es claro que no estaban diciendo: “Señor, estamos en el proceso de dejar de existir.” 

Concerniente a apollumi, W.E. Vine comenta: “La idea no es extinción sino ruina, pérdida, no de dejar de existir, sino de estar bien” (Diccionario Expositivo Amplificado de las palabras del Nuevo Testamento, Iowa Falls: Publicadores mundiales de la Biblia, 1991, p. 211). 

El renombrado erudito J.H. Thayer define apollumi, con referencia a Mateo 10:28, de la siguiente forma: “Metafóricamente, devotar o dar miseria eterna” (Léxico Griego-Inglés, Edinburgh: T. &T. Clark, 1958, p. 64).

El profesor Oepke arguye que apollumi no sugiere una mera “extinción de existencia física”; más bien involucra una separación desesperada, sin esperanza y eterna de Dios (Diccionario Teológico del Nuevo Testamento, Grand Rapids: Eerdmans, 1964, Vol. I, p. 396). 

De apollumi en Mateo 10:28, A.T. Robertson escribe: “Destruir, aquí no es aniquilación, sino más bien castigo eterno” (Palabras y figuras del Nuevo Testamento, Nashville: Broadman, 1930, Vol. I, p. 83). 

Creo que ya no es necesario amontonar testimonio adicional de eruditos respetados del Nuevo Testamento. 

Finalmente, las mismas Escrituras dan claramente el verdadero sentido de apollumi. En Apocalipsis 17:8,11, Juan describe a la malvada “bestia,” que se opuso a Dios, como estando en “Perdición” (apleian). 
Sin embargo, en 20:10, el mismo escritor, hablando de la misma bestia, describe su destino como alguien que será “atormentado día y noche por los siglos de los siglos.” Claramente, no está refiriéndose a una extinción final. 

La dogma “condicionalista” de aniquilación para los impíos es falsa, y los que defienden este punto de vista están irrespetando la causa de la verdad.

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